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Son muchas las voces que coinciden en señalar el hecho de soñar como una actividad crucial en tiempos de crisis. Los emprendedores tienen mucho de soñadores. Pero también lo son los que responden a las necesidades de otros agudizando el ingenio. O los que saben explicar la realiad con humor sano.

Soñar, eso sí, con lucidez. Porque todo lo que tiene que ver con la esperanza -con su generación, animación o desarrollo-, ha de ser tratado escrupulosamente. Y es que cuando se nos rompen las esperanzas, cuesta mucho generar nuevas. Y la vitalidad de la persona queda trastocada.

Las esperanzas han de tener fundamento, de la misma manera que los sueños han de ser lúcidos. Es la armonía entre la intuición y la razón, es la libertad responsable e incluso corresponsable.

Porque el llamado a soñar juntos puede sonar naif, pero en realidad es un ejercicio de responsabilidad conforme a la dignidad del ser humano; una de las mejores opciones contra la decidia. Cuando la realidad pinta tan cruda, resulta imprescindible trascender muchos aspectos de esta esperanza cotidiana, no con afán de ignorarlos, sino para no perder de vista que son sólo algunos de los posibles y que haríamos bien en levantar la mirada para detectar otros que sean mejores.

Soñar con lucidez tiene que ver con mirar, leer e interpretar la realidad con libertad y creatividad. Ver lo que es y lo que puede ser, despojados de prejuicios, liberados -aunque sea por un momento- de determinismos y tendencias condenatorias; considerando lo mejor de lo que es posible, de manera que se haga prácticamente evidente lo que es mejor, más conveniente, más acorde a la dignidad del ser humano. Soñar es un ejercicio de libertad lleno de sabiduría.

Las posturas que abogan por una desilusión realista tienen alguna cosa de mesquindad: escatiman el esfuerzo y la nobleza de espíritu que el reto de construir y articular la vida humana compartida requiere. El realismo ha de preceder al idealismo con tal de salvarlo de sus delirios. Pero el realismo no tiene porqué ser desesperanzado.

Se trata de soñar en base a las posibilidades reales, no a quimeras que llevan al desánimo y al quietismo. Hablamos de acción creativa y no de inercias continuistas. Hablamos de un realismo capaz de esperanza y no de un retrato desangelado de la realidad.

Compartir sueños es una experiencia cohesionadora de lo más gratificante. Soñar con lucidez es un ejercicio saludable que apela a razones diligentes, en afortunada expresión de Adela Cortina; porque son estas las que hacen que se amplíe “de manera increíble el ámbito de lo posible”.

Audio: Soñar en tiempos críticos

Texto: Natàlia Plá
Voz: Javier Bustamante
Música: Manuel Soler con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza


 

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