La “cruda realidad” es una expresión que usamos para hablar de algo difícil, sin intentar mitigarlo o disfrazarlo para hacerlo más soportable. La palabra “crudo” atañe a aquello que no está procesado o, en el caso de los alimentos, que no está cocido. Es posible que, por este motivo, la “cruda realidad” se refiera a contemplar ésta sin procesar los datos que nos aporta, sin poner calificativos o mirarla con prejuicios. Los alimentos crudos son más duros que los cocidos, de ahí que también la realidad, cuando se presenta cruda, sea dura.
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Lo curioso es que esta expresión casi siempre se usa en forma negativa. Pero podríamos ampliar el término para observar más cosas a través de él. Contemplar la realidad en su crudeza, también puede hacernos ver otros aspectos de ésta que a veces se deforman cuando añadimos calificativos o intentamos manipularla.

Es claro que nunca podemos acercarnos a la realidad en toda su crudeza, ya que siempre la apreciamos desde los parámetros socioculturales en los cuales hemos crecido. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que cada persona procesamos o digerimos la realidad de diferente manera. Esto puede ayudarnos a evitar conflictos comunicacionales. Lo que para mí es gracioso, para otro puede resultar doloroso. Lo que para mí es extraño, para otro puede ser de lo más natural.

Aspectos esenciales de la vida, como el nacimiento, la muerte, la sobrevivencia, las relaciones humanas… si las despojamos de algunos de sus clichés o intentamos aminorar los matices culturales, nos muestran su rostro más natural, su razón de ser.

Los seres humanos somos sencillamente complejos. Desarrollamos mecanismos de defensa para evitar el sufrimiento, muchas veces produciendo más. Nos enfermamos por desconocimiento de nosotros mismos o por no poder aceptar lo que somos. Nos convertimos en fuente de desacuerdo en el contexto donde estamos. En resumen, nos cuesta paladear el sabor de la realidad de manera cruda, sin tantos añadidos o procesos.

Reconocer aquello que es básico en nosotros es todo un camino, no cabe duda. Pero vale la pena ser conscientes de qué es lo que nos constituye como personas nacidas y crecidas en un contexto para asumir, con más libertad, nuestra existencia y los actos que se desprenden de ella. No nos debe espantar la “cruda realidad”. En todo caso, los mejores condimentos para digerir nuestra vida con realismo son el amor y el humor.

Por Javier Bustamante
Voz:
Música: Manuel Soler, con arreglos e interpretación de Josué Morales
Producción: Hoja Nuestra Señora de la Claraesperanza